miércoles, 1 de septiembre de 2010

Fiesta Mártires Claretianos de Barbastro

13 DE AGOSTO
MISIONEROS MARTIRES CLARETIANOS DE BARBASTRO


Dios, Padre nuestro,que nos has dado en los Mártiresclaretianos de Barbastroun modelo de fidelidada la causa de Jesús,de amor al Corazón de Maríay a la Iglesia,de lealtad a los hermanosy de perdón a los enemigos,por su intercesión concédenosimitar su ejemplo de fey la gracia que te pedimos…
Para gloria de Dios y salvación nuestra.Por Jesucristo nuestro Señor.Amén.

Y en comunidad parroquial celebramos a los Mártires Claretianos de Barbastro.

Breve historia de los Misioneros Mártires Claretianos de Barbastro

El 18 de julio de 1936 estalló en España la feroz guerra civil que iba a azotar su suelo por casi tres años. La casa de los Misioneros Claretianos quedaba muy cerca del centro de la ciudad, a cuyo frente se hallaba el P. Felipe de Jesús Munárriz. La comunidad religiosa totalizaba 59 misioneros, la mayoría de ellos estudiantes seminaristas y los otros eran profesores.
Acusaciones infundadas Se hallaban los religiosos reunidos en la casa cuando el 20 de julio, se presentaron vociferando 60 individuos fuertemente armados, todos del comité local, con la orden de efectuar una violenta requisa y detener a los hermanos, a quienes acusaban de esconder armas y planear un complot antigubernamental. De nada valieron las explicaciones del superior en el patio, donde la comunidad se había reunido: –¡Aquí no hay armas ni política. Somos simples religiosos!
Los exaltados violentistas lo insultaron y a empellones y culatazos condujeron a los religiosos hasta un salón, sin acceso al agua, sin posibilidades de aseo, sin colchones y con escaso alimento. Así permanecieron encerrados durante casi un mes, en un lugar inhabitable y con un calor cada vez más sofocante.
Los primeros mártires Los violentistas se presentaron nuevamente el 21 de julio para llevarse a la cárcel municipal al Padre Superior Felipe de Jesús Munarriz, y otros cinco religiosos. El 2 de agosto, los sacaron con las manos atadas por la espalda, y los fusilaron a mansalva. También ejecutaron al Obispo de Barbastro, D. Asensio Barroso a quien hicieron sufrir tormentos terribles.
La fuerza de la Fe El 12 de agosto a las siete de la mañana cuando un representante del comité irrumpió en el salón pidiendo sus nombres. Ese día “todos se confesaron por última vez y pasaron el día en oración” En un escrito que los religiosos dejaron se lee: “Con el corazón henchido de alegría santa, espero confiado el momento cumbre de mi vida: el martirio. No se nos ha encontrado ninguna causa. No se nos ha habido ningún juicio. Morimos todos contentos por Cristo, por su Iglesia y por la fe”. “Queridos padres: muero mártir por Cristo y por la Iglesia. Muero tranquilo cumpliendo mi sagrado deber. Adiós, hasta el cielo”.
En una envoltura de chocolate, el P Faustino Pérez apuntó: “Agosto, 12 de 1936, en Barbastro. Seis de nuestros compañeros son ya mártires: Pronto esperamos serlo nosotros también. Pero antes queremos hacer constar que morimos perdonando a los que nos quitan la vida y ofreciéndola por la ordenación cristiana del mundo obrero, el reinado

definitivo de la Iglesia Católica, por nuestra querida Congregación y por nuestras queridas familias” y finaliza diciendo: “Vive inmortal, Congregación querida. Mientras tengas en las cárceles hijos como los que tienes en Barbastro, no dudes que tus destinos son eternos. ¡Quisiera haber luchado en tus filas: Bendito sea Dios!”.
Ninguno mostró cobardía Esa noche irrumpieron una vez más en el salón los emisarios de la muerte, se abrieron las puertas y entraron con cuerdas ensangrentadas en sus manos. “Bajen del escenario los que tengan más de 26 años!”. Como nadie los tenía nada pasó. Entonces se encendieron las luces y se leyeron los primeros veinte nombres a los que, con voz firme se respondió: “¡Presente!”.
Los milicianos hicieron formar a los detenidos. Se oyó a algunos perdonar a los que los ataban y a otros recoger del suelo las cuerdas, besarlas y dárselas a sus verdugos. Alguno gritó: “Adiós hermanos, hasta el cielo”. Uno de los guardias comentó dirigiéndose a los que quedaban en el escenario: “Vosotros todavía tenéis un día más para comer, reír, divertiros, bailar y hacer lo que queráis. Mañana a esta misma hora vendremos a buscaros como a esos y os daremos un paseíto a la fresca hasta el cementerio”. Poco después, el siniestro sonido de las descargas indicó a los que aún permanecían con vida que sus hermanos ya se hallaban junto a Cristo Rey y su Santa Madre.
“Por ti, mi Reina, la sangre dar” Cuando todos dormían, la noche del 14 al 15 de agosto, un nuevo grupo armado irrumpió en el salón gritando como demonios. Los religiosos se levantaron y aguardaron, viendo con sorpresa, comprendiendo que aquello era el fin, se abrazaron mientras los ataban y los golpeaban. Salieron en plena noche los 17 estudiantes, cantando con valentía increíble mientras subían al camión. Semejaban los mártires cristianos cuando, arrojados a los leones en presencia de Nerón, entonaban himnos al Señor, felices por saber que en breve estarían con Él.
Ya en el cementerio, los bajaron y colocados junto a sus fosas de pie o de rodillas, unos con los brazos en cruz, otros con el rosario o un crucifijo entre las manos, escucharon la última proposición: “Aún estáis a tiempo. ¿Qué preferís: ir en libertad al frente o morir?”. La respuesta fue terminante y no se hizo esperar: “¡Morir!, ¡Viva Cristo Rey!”. Las detonaciones sacudieron los alrededores…
Terminó el seminario que preparaba hombres de fe para ir a las misiones de China, América y África.
El 25 de octubre de 1992 el Papa Juan Pablo II beatificó los Mártires de Barbastro y les tituló “Seminario Mártir” un ejemplo de vida comprometida con la fe hasta rendir la vida.
En la despedida, se dieron la paz, Luego entonaron su acostumbrado canto de recreo:
“Jesús, ya sabes, soy tu soldado;siempre a tu lado he de luchar.Contigo siempre y hasta que muera,una bandera y un ideal. ¿Y qué ideal?...
¡Por ti, Rey mío, la sangre dar!”

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