miércoles, 1 de octubre de 2014

Lecturas del Domingo 5 de octubre de 2014

27º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (5,1-7):
Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil. La cavó, la limpió de piedras, y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. Él esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios. Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios? Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña: Quitaré su valla, y será destruida; derribaré su cerco y será pisoteada. La convertiré en una ruina, no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos y mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella. Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación predilecta. ¡Él esperó de ellos equidad, y hay efusión de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia.
Palabra de Dios

Salmo
Sal 79,9.12.13-14.15-16.19-20

R/.
La viña del Señor es su pueblo.

Tú sacaste de Egipto una vid,
expulsaste a los paganos y la plantaste;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus retoños hasta el Río. R/.

¿Por qué has derribado sus cercos
para que puedan saquearla todos los que pasan?
 Los jabalíes del bosque la devastan
y se la comen los animales del campo. R/.

Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano,
el retoño que Tú hiciste vigorosa. R/.

Nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu nombre.
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos,
que brille tu rostro y seremos salvados. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos (4,6-9):
Hermanos: No se angustien por nada y, en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos.
Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes.
Palabra de Dios.
  
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (21,33-46)
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen esta parábola: Uno hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia.
Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviara a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo”. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Éste es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”. Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?»
Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo». Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: “La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: ésta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?” Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que les hará producir sus frutos». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.

Palabra del Señor