PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO (Ciclo A)
1 de diciembre de 2013
Las primeras comunidades cristianas vivieron años muy difíciles. Perdidos en el vasto Imperio de Roma, en medio de conflictos y persecuciones, aquellos cristianos buscaban fuerza y aliento esperando la pronta venida de Jesús y recordando sus palabras: Vigilen. Vivan despiertos. Tengan los ojos abiertos. Estén alerta.
¿Significan todavía algo para nosotros las llamadas de Jesús a vivir despiertos? ¿Qué es hoy para los cristianos poner nuestra esperanza en Dios viviendo con los ojos abiertos? ¿Dejaremos que se agote definitivamente en nuestro mundo secular la esperanza en una última justicia de Dios para esa inmensa mayoría de víctimas inocentes que sufren sin culpa alguna?
Precisamente, la manera más fácil de falsear la esperanza cristiana es esperar de Dios nuestra salvación eterna, mientras damos la espalda al sufrimiento que hay ahora mismo en el mundo. Un día tendremos que reconocer nuestra ceguera ante Cristo Juez: ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, extranjero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Este será nuestro diálogo final con él si vivimos con los ojos cerrados.
Hemos de despertar y abrir bien los ojos. Vivir vigilantes para mirar más allá de nuestros pequeños intereses y preocupaciones. La esperanza del cristiano no es una actitud ciega, pues no olvida nunca a los que sufren. La espiritualidad cristiana no consiste sólo en una mirada hacia el interior, pues su corazón está atento a quienes viven abandonados a su suerte.
En las comunidades cristianas hemos de cuidar cada vez más que nuestro modo de vivir la esperanza no nos lleve a la indiferencia o el olvido de los pobres. No podemos aislarnos en la religión para no oír el clamor de los que mueren diariamente de hambre. No nos está permitido alimentar nuestra ilusión de inocencia para defender nuestra tranquilidad.
Una esperanza en Dios, que se olvida de los que viven en esta tierra sin poder esperar nada, ¿no puede ser considerada como una versión religiosa de cierto optimismo a toda costa, vivido sin lucidez ni responsabilidad? Una búsqueda de la propia salvación eterna de espaldas a los que sufren, ¿no puede ser acusada de ser un sutil "egoísmo alargado hacia el más allá?
Probablemente, la poca sensibilidad al sufrimiento inmenso que hay en el mundo es uno de los síntomas más graves del envejecimiento del cristianismo actual. Cuando el Papa Francisco reclama "una Iglesia más pobre y de los pobres", nos está gritando su mensaje más importante a los cristianos de los países del bienestar.
LECTURAS DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO
LECTURAS DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO
Lectura del libro de Isaías 2,1-5
Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión,
acerca de Judá y de Jerusalén:
Sucederá
al fin de los tiempos,
que la montaña dela Casa
del Señor
será afianzada sobre la cumbre de las montañas
y se elevará por encima de las colinas.
Todas las naciones afluirán hacia ella
y acudirán pueblos numerosos, que dirán:
«¡Vengan, subamos a la montaña del Señor,
ala Casa del
Dios de Jacob!
El nos instruirá en sus caminos
y caminaremos por sus sendas».
Porque de Sión saldrála Ley ,
y de Jerusalén, la palabra del Señor.
Él será juez entre las naciones
y árbitro de pueblos numerosos.
Con sus espadas forjarán arados
y podaderas con sus lanzas.
No levantará la espada una nación contra otra
ni se adiestrarán más para la guerra.
¡Ven, casa de Jacob,
y caminemos a la luz del Señor!
que la montaña de
será afianzada sobre la cumbre de las montañas
y se elevará por encima de las colinas.
Todas las naciones afluirán hacia ella
y acudirán pueblos numerosos, que dirán:
«¡Vengan, subamos a la montaña del Señor,
a
El nos instruirá en sus caminos
y caminaremos por sus sendas».
Porque de Sión saldrá
y de Jerusalén, la palabra del Señor.
Él será juez entre las naciones
y árbitro de pueblos numerosos.
Con sus espadas forjarán arados
y podaderas con sus lanzas.
No levantará la espada una nación contra otra
ni se adiestrarán más para la guerra.
¡Ven, casa de Jacob,
y caminemos a la luz del Señor!
Palabra de Dios.
SALMO
RESPONSORIAL 121,1-2.4-9
R:/ Vamos con alegría a la Casa del Señor.
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos ala Casa
del Señon»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén. R:/
«Vamos a
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén. R:/
Allí
suben las tribus, las tribus del Señor
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David. R:/
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David. R:/
Auguren
la paz a Jerusalén:
«¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!» R:/
«¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!» R:/
Por amor
a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo».
Por amor ala Casa
del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad. R:/
diré: «La paz esté contigo».
Por amor a
buscaré tu felicidad. R:/
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los
cristianos de Roma 13, 1-14a
Hermanos:
Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de
que se despierten, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que
cuando abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día.
Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la
luz. Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y
en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el
contrario, revístanse del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
ALELUIA Sal
84, 8
Aleluia.
¡Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!
Aleluia.
¡Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!
Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo Según san
Mateo 24,37-44
Jesús
dijo a sus discípulos:
«Cuando
venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que
precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró
en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a
todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que
estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén
moliendo, una será llevada y la otra dejada.
Estén
prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien:
si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón,
velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén
preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada».
Palabra del Señor.
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